2 de diciembre de 1909
44 Fontenoy Street, Dublín
Querida
mía, quizás debo comenzar pidiéndote perdón por la increíble carta que
te escribí anoche. Mientras la escribía tu carta reposaba junto a mí, y
mis ojos estaban fijos, como aún ahora lo están, en cierta palabra
escrita en ella. Hay algo de obsceno y lascivo en el aspecto mismo de
las cartas. También su sonido es como el acto mismo, breve, brutal,
irresistible y diabólico.
Querida, no te ofendas por lo que escribo.
Me agradeces el hermoso nombre que te di. ¡Si, querida, "mi hermosa flor
silvestre de los setos" es un lindo nombre! ¡Mi flor azul oscuro,
empapada por la lluvia! Como ves, tengo todavía algo de poeta. También
te regalaré un hermoso libro: es el regalo del poeta para la mujer que
ama. Pero, a su lado y dentro de este amor espiritual que siento por ti,
hay también una bestia salvaje que explora cada parte secreta y
vergonzosa de él, cada uno de sus actos y olores. Mi amor por ti me
permite rogar al espíritu de la belleza eterna y a la ternura que se
refleja en tus ojos o derribarte debajo de mí, sobre tus suaves senos, y
tomarte por atrás, como un cerdo que monta a una puerca, glorificado en
la sincera peste que asciende de tu trasero, glorificado en la
descubierta vergüenza de tu vestido vuelto hacia arriba y en tus bragas
blancas de muchacha y en la confusión de tus mejillas sonrosadas y tu
cabello revuelto. Esto me permite estallar en lágrimas de piedad y amor
por ti a causa del sonido de algún acorde o cadencia musical o acostarme
con la cabeza en los pies, rabo con rabo, sintiendo tus dedos acariciar
y cosquillear mis testículos o sentirte frotar tu trasero contra mí y
tus labios ardientes chupar mi pija mientras mi cabeza se abre paso
entre tus rollizos muslos y mis manos atraen la acojinada curva de tus
nalgas y mi lengua lame vorazmente tu sexo rojo y espeso. He pensado en
ti casi hasta el desfallecimiento al oír mi voz cantando o murmurando
para tu alma la tristeza, la pasión y el misterio de la vida y al mismo
tiempo he pensado en ti haciéndome gestos sucios con los labios y con la
lengua, provocándome con ruidos y caricias obscenas y haciendo delante
de mí el más sucio y vergonzoso acto del cuerpo. ¿Te acuerdas del día en
que te alzaste la ropa y me dejaste acostarme debajo de ti para ver
cómo lo hacías? Después quedaste avergonzada hasta para mirarme a los
ojos.
¡Eres mía, querida, eres mía! Te amo. Todo lo que escribí
arriba es sólo un momento o dos de brutal locura! La última gota de
semen ha sido inyectada con dificultad en tu sexo antes que todo termine
y mi verdadero amor hacia ti, el amor de mis versos, el amor de mis
ojos, por tus extrañamente tentadores ojos llega soplando sobre mi alma
como un viento de aromas. Mi pija está todavía tiesa, caliente y
estremecida tras la última, brutal embestida que te ha dado cuando se
oye levantarse un himno tenue, de piadoso y tierno culto en tu honor,
desde los oscuros claustros de mi corazón.
Nora, mi fiel querida, mi
pícara colegiala de ojos dulces, sé mi puta, mi amante, todo lo que
quieras (¡mi pequeña pajera amante! ¡mi putita folladora!) eres siempre
mi hermosa flor silvestre de los setos, mi flor azul oscuro empapada por
la lluvia.
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6 de diciembre de 1909
44 Fontenoy Street,
Dublín.
¡Noretta mía! Esta tarde recibí la
conmovedora carta en la que me cuentas que andabas sin ropa interior.
El día veinticinco no conseguí las doscientas coronas, sino sólo cincuenta,
y otras cincuenta el día primero. Esto es todo en lo que al dinero se
refiere. Te envío un pequeño billete de banco y espero que al menos
puedas comprarte un lindo par de bragas, y te mandaré más cuando me
paguen de nuevo. Me gustaría que usaras bragas con tres o cuatro adornos,
uno sobre el otro, desde las rodillas hasta los muslos, con grandes
lazos escarlata, es decir, no bragas de colegiala con un pobre ribete
de lazo angosto, apretado alrededor de las piernas y tan delgado que
se ve la piel entre ellos, sino bragas de mujer
(o, si prefieres la palabra) de señora, con los bajos completamente
sueltos y perneras anchas, llenos lazos y cintas, y con abundante perfume
de modo que las enseñes, ya sea cuando alces la ropa rápidamente o cuando
te abrace bellamente, lista para ser amada, pueda ver solamente la ondulación
de una masa de telas y así cuando me recueste encima de ti para abrirlos
y darte un beso ardiente de deseo en tu indecente trasero desnudo, pueda
oler el perfume de tus bragas tanto como el caliente olor de tu sexo
y el pesado aroma de tu trasero.
Te habrán impresionado las cosas
sucias que te escribo. Quizás pienses que mi amor es una cosa sucia.
Lo es, querida, en algunos momentos. Te sueño a veces en posiciones
obscenas. Imagino cosas muy sucias, que no escribiré hasta que vea qué
es lo que tú me escribes. Los más insignificantes detalles me producen
una gran erección. Un movimiento lascivo de tu boca, una manchita color
castaño en la parte de atrás de tus bragas, una palabra obscena pronunciada
en un murmullo de tus labios húmedos, un ruido sin recato, repentino,
de tu trasero y entonces asciende un feo olor por tus espaldas. En algunos
momentos me siento loco, con ganas de hacerlo de alguna forma sucia,
sentir tus lujuriosos labios ardientes, chupándome, follar entre tus
dos senos coronados de rosa, en tu cara y derramarme en tus mejillas
ardientes y en tus ojos, conseguir la erección frotándome contra tus
nalgas y poseerte sodomíticamente.
¡Basta per stasera!
Espero que te haya llegado mi telegrama
y lo hayas comprendido.
Adiós, querida mía a quien trato
de degradar y pervertir.
¿Cómo sobre esta tierra de Dios es
posible que ames una cosa como yo?
¡Oh, estoy tan ansioso de recibir
tu respuesta, querida!
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8 de diciembre de 1909
44 Fontenoy Street, Dublín
Mi dulce putita
Nora, he hecho como me lo pediste, muchachita sucia y me hice dos
pajas mientras leía tu carta. Me deleita ver que haces como si te
follara por atrás. Sí, ahora puedo recordar esa noche cuando de follé
por atrás mucho tiempo. Fue la follada más sucia que te he hecho,
querida. Horas y horas mi sexo estuvo duro dentro tuyo, entrando y
saliendo de tu trasero vuelto hacia arriba. Sentía tus rollizas nalgas
sudorosas bajo mi vientre y veía tu rostro y tus ojos enloquecidos.
A cada una de mis arremetidas tu desvergonzada lengua salía de entre
tus labios, y si te embestía con mayor fuerza que la usual, gruesos
y sucios gases surgían balbuceantes de tu trasero. Tenías un culo
lleno de pedos aquella noche, querida, y con la follada salieron todos
para afuera, gruesos camaradas, otros más ventosos, rápidos y pequeños
requiebros
alegres y una gran cantidad de peditos sucios que terminaron en un
largo chorrear de tu agujero. Es delicioso follarse a una mujer con
pedos cuando cada embestida le saca uno. Estoy seguro que podría reconocer
los de ella en un cuarto lleno de mujeres flatulentas. Es un ruido
mucho más juvenil, que en nada se parece a los flatos húmedos que
deben poseer las esposas gordas. Es más repentino y seco y sucio como
el que imagino haría para divertirse una muchacha desnuda en el dormitorio
de la escuela por la noche. Espero que Nora dejará escapar sus gases
en mi rostro para que también pueda conocer su olor.
Dices que a la vuelta me vas a
chupar y quieres que lama tu sexo, pequeña pícara depravada. Espero
que alguna vez me sorprendas durmiendo vestido, me asaltes con un
destello de puta en tus soñolientos ojos, me desabroches con suavidad,
botón por botón en el vuelo de mi trusa, y saques gentilmente la gruesa
fusta de tu amante, la escondas en tu boca húmeda y la mames hasta
que dura y erectísima acabe en tu boca. Algunas veces también te sorprenderé
dormida, levantaré tu camisón y abriré suavemente tus bombachas caliente;
suavemente me recostaré y comenzaré a lamer con placidez alrededor
de tu sexo. Te agitarás incómoda, entonces lameré los labios del sexo
de mi querida. Te pondrás a gruñir y a gemir, a suspirar y pedorrear
ávida en tu sueño. Entonces lameré más rápido, como un perro voraz,
hasta que tu sexo sea una masa de suciedad y tu cuerpo un corcoveo
salvaje.
¡Buenas noches, mi pequeña Nora
pedorra, mi sucia pajarita folladora! Hay una palabra amable, querida
que subrayaste para que me masturbara mejor. Escríbeme más acerca
de eso y de ti misma, dulcemente, totalmente sucia, totalmente sucia.
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9 de diciembre de 1909
44 Fontenoy Street, Dublín
Mi dulce sucia pajarita folladora.
Aquí está otra nota para comprar bragas bonitas o ligueros o ligas.
Compra bragas de puta amor, y trata de perfumarlas con algún suave aroma
y de decorarlas también un poquito por atrás.
Pareces ansiosa de saber cómo recibí
tu carta que dices es peor que la mía. ¿Cómo que es peor que la mía,
amor? Sí, es peor en una o dos de sus partes. Me refiero a la parte
en la que dices que lo harás con tu lengua (no me refiero a que me chupes)
y en esa amable palabra que escribiste tan grande y subrayaste, pequeña
pícara. Es estremecedor escuchar esa palabra (y una o dos de las que
no escribiste) en los labios de una chica. Pero ojalá hables de ti y
no de mí. Escríbeme una carta larga, larga, llena de esas y otras cosas
acerca de ti, querida. Ahora ya sabes cómo endurecérmela. Dime las cosas
mínimas acerca de ti tan minuciosamente como sean de obscenas, sucias
y secretas. No escribas más. Deja a cada oración llenarse de sucias
palabras y sonidos sin recato. Son lo más amable de oír y de ver en
el papel, porque las más sucias son las más bellas.
Las dos partes
de tu cuerpo que hacen las cosas más sucias son las que yo más quiero.
Prefiero tu culo, querida, a tus tetitas porque hace cosas más sucias.
Si amo tanto tu coño no es por ser la parte de tu cuerpo que
penetro, sino porque hace otra cosa sucia. Puedo pasar todo el día acostado
masturbándome en la contemplación de la divina palabra que escribiste,
y la cosa que dices quisieras hacer con tu lengua. Ojalá pudiera oír
a tus labios murmurando esas poderosamente excitantes palabras obscenas,
ver tu boca haciendo ruidos y sonidos lascivos, sentir tu cuerpo agitándose
debajo de mí, oír y oler los gruesos sucios pedos de muchacha ir pop
pop fuera de tu hermoso culo de muchacha desnuda y follar, follar, follar
a mi ardiente culo sucio de pajarita folladora por siempre.
Estoy contento ahora, porque mi putita
me dijo que quiere entregarme su trasero, y quiere que la folle por
su boca, y quiere desabotonarme y sacar mi palito y mamarlo como una
teta. Más y más sucias que éstas quiere mi pequeña folladora desnuda
que le haga, mi perversa excitable amante, mi dulce pedorrita obscena.
Buenas noches mi coñito, me voy a
acostar y pajearme hasta acabar. Escribe más y más sucias cosas, querida.
Acaricia tu coñito mientras me escribes para hacer peor y peor lo que
escribes. Escribe grandes las palabras obscenas y subráyalas y bésalas
y ponlas un momento en tu dulce sexo caliente, querida, y también levanta
un momento tu vestido y ponlas debajo de tu querido culito pedorro.
Haz más si quieres y mándame entonces la carta, mi querida pajarita
folladora del trasero café.
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[Fragmento de una carta]
Dublín, 13 de diciembre de 1909
...ir a otras? Tú puedes dármelo
todo y más de lo que ellas pueden. ¿Querida, crees definitivamente en
mi amor? ¡Oh, hazlo, Nora! ¿Acaso no se lee en mis ojos cuando hablo
de ti? Como dice tu madre, "se iluminan como velas en mi cabeza".
Cariño, ahora el tiempo pasará
volando hasta que tus brazos me estrechen. Nunca te abandonaré de nuevo.
No sólo deseo tu cuerpo (como sabes), sino también tu compañía. Querida
mía, supongo que mi amor por ti parece pobre y raído comparado con tu
generoso y espléndido amor hacia mí. Pero es el mejor que puedo ofrecerte,
querido amor mío. Acepta mi amor, sálvame y protégeme. Soy tu niño,
ya te dije, y debes ser dura conmigo, pequeña madre
mía. Castígame tanto como quieras. Me parecería delicioso sentir mi
carne estremeciéndose bajo tu mano. ¿Sabes lo que quiero decir, Nora
mía? Desearía que me pegaras o incluso que me azotaras. No jugando,
querida, sino en serio, y en mi carne desnuda. Desearía que fueras dura,
dura, querida, y tuvieras grandes y orgullosos pechos y muslos rollizos.
¡Querría ser azotado por ti, Nora, amor! Me hubiera gustado hacer alguna
cosa que te molestara, siquiera algo trivial, quizá mejor una de mis
sucias costumbres que te hacen reír: y escuchar entonces que me llamas
a tu cuarto y encontrarte sentada en la silla de brazos con tus robustos
muslos abiertos y tu cara bien roja de ira y un bastón en la mano. Te
veo mostrándome lo que hice y entonces con un movimiento de rabia me
empujarás hacia ti y hundirás mi rostro en tu seno. Entonces sentiré
tus manos bajándome la trusa y hurgando dentro de la ropa y levantando
la camisa, para encontrarme luchando con tus fuertes brazos en tu seno
y sentirte inclinada sobre mí (como una nodriza que fustiga el trasero
de un niño) hasta que tus grandes y llenos pechos casi me toquen y te
sienta azotarme, azotarme, azotarme malvadamente en mi carne desnuda
y estremecida! Perdóname, cariño, si esto es insensato. Empiezo la carta
con total tranquilidad y debo terminarla ahora en mi estilo alocado.
Querida, ¿estás ofendida por mi forma
desvergonzada de escribir? Supongo que algunas de las cosas obscenas
que escribí te hicieron sonrojar. ¿Estás enfadada porque te dije que
me gustaba mirar la mancha oscura que aparece tras tus bragas blancas
de adolescente? Supongo que me consideras un inmundo desgraciado. ¿Cómo
contestarás estas cartas? Espero, y espero que tú también me escribas
cartas incluso más desaforadas y sucias que las mías.
.....................................
16 de diciembre de
1909
44 Fontenoy Street, Dublín
Dulce niña querida, ¡finalmente me
escribes! Seguro que has masturbado ferozmente ese sucio coñito tuyo
para escribirme una carta tan incoherente. En cuanto a mí, estoy tan
fuera de forma que tendrás que lamerme una buena hora antes que pueda
tener un cuerno lo suficientemente firme para metértelo, no digamos
para follarte. He hecho tanto y tan seguido que me da miedo mirar cómo
lo he hecho, después de todo me lo he hecho. Querida, por favor no me
folles demasiado a mi vuelta. Folla todo lo que quieras fuera de mí
por ahí de la primera noche; pero dame tiempo para reponerme. Querida,
toda la follada debe ser hecha por ti, porque como estoy blando y diminuto
ninguna niña en Europa, a excepción tuya, desperdiciaría su tiempo y
energía conmigo. Fóllame, querida; en todas las nuevas formas que tu
deseo sugiera. Fóllame ataviada con tus vestidos de calle, con tu velo y
tu sombrero puestos, con tu cara sonrosada por el viento y el frío y
la lluvia y tus botas embarradas; fóllame también a caballo sobre mis
piernas, cuando esté sentado en una silla, montándome de arriba hacia
abajo mostrándome los ribetes de tus bragas y mi pito firmemente clavado
en tu coño, o móntame sobre la espalda de un sillón. Desnuda, fóllame,
solamente con tus medias y tu sobrero puesto, acostados en el piso,
con una flor roja en el culo, montándome como un hombre, con tus muslos
entre los míos y tu robusto trasero. Móntame vestida con tu bata de
estar (ojalá tengas esa tan bonita), con nada debajo de ella, ábrela
repentinamente y muéstrame tu vientre y tus muslos y tu espalda y empújame
sobre ti, encima de la mesa de la cocina. Fóllame con tu culo, boca
abajo en la cama, con tu cabello suelto, desnuda, pero con tus adorables
bragas rosas perfumadas, abiertas desvergonzadamente de atrás y medio
caídas, de modo que se pueda entrever un poco tu trasero. Fóllame si
puedes acuclillada en el baño, con tus vestidos levantados gruñendo
como una puerca que caga y una gran cosa gruesa sucia serpenteando con
lentitud fuera de tu trasero. Fóllame en las escaleras, en la oscuridad,
como una niñera follando con su soldado, que le desabotona gentilmente
la trusa y desliza su mano en su pajarito y lo acaricia con su camisa
y con ese contacto se va humedeciendo y entonces lo toma con suavidad
y lo acaricia junto con sus dos bolas a punto de estallar y finalmente
agarra atrevida la pija que ella mama y la manosea y la acaricia suavemente,
murmurando para él en sus oídos palabras obscenas e historias indecentes
que otras chicas le han contado a ella y ella dice cosas sucias y se
mea las bragas con placer y deja salir suave, quieta tranquilamente
tibios peditos de su trasero hasta que su clítoris está tan firme como
el de él y de pronto se lo mete y lo monta.
¡Basta! ¡Basta per Dio!
He acabado y todas las tonterías
han desaparecido. ¡Ahora, la respuesta a tus preguntas!
Todavía no hemos inaugurado. Te mando
algunos carteles. Esperamos inaugurar el veinte o veintiuno. Cuenta
catorce días a partir de entonces y tres y medio más para el viaje y
estaré en Trieste.
Prepárate. Coloca un lindo linóleo
marrón agradable en la cocina y, por la noche, cuelga un par de cortinas
rojas comunes en las ventanas. Procura un sillón cómodo y barato para
tu perezoso amante. Haz todo lo que te digo, querida, pues una vez que
llegue no me moveré de esa cocina en una semana, leyendo, repantingándome
y mirando como preparas la comida; y hablándote, hablándote, hablándote,
¡Qué supremamente feliz seré! ¡Dios mío, allí seré feliz! I figlioli,
il fuoco, una bona mangiata, un caffé nero, un Brasil, il Piccolo della
cera, e Nora, Nora mía, Norina, Noretta, Norella, Noruccia, etc, etc...
Eva y Eileen deben dormir juntas.
Consigue algún lugar para Georgie. Quiero que Nora y yo tengamos dos
camas para el trabajo nocturno. Estoy manteniendo y mi mantendré mi
promesa, amor mío. ¡El tiempo vuela, vuela rápidamente! Quiero regresar
a mi amor, mi vida, mi estrella, mi pequeña Irlanda de ojos extraños!
¡Cien mil besos, cariño!